Voz.us

Voz media US Voz.us

Alexandria Ocasio-Cortez y sus socios progresistas no pueden negar que avivan el antisemitismo

Parte del establishment judío aplaudió las palabras de AOC contra los extremistas, pero no hay que olvidar que las raíces del creciente odio a los judíos se hunden en la ideología izquierdista de la representante.

La congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez dio un discurso en Astoria Park, Queens, sobre el Nuevo Pacto Verde.

(Cordon Press)

Publicado por

Si se preguntaba si la representante Alexandria Ocasio-Cortez (D-NY) era simplemente una provocadora izquierdista ávida de publicidad o una política seria decidida a hacer todo lo posible para avanzar su carrera en el escenario nacional, ahora tiene la respuesta. En un acto de triangulación política digno del expresidente Bill Clinton, la fundadora del Squad izquierdista del Congreso, popularmente conocida como AOC, logró el aplauso del establishment judío progresista y el repudio de grupos antisemitas tras adoptar una nueva postura contra el antisemitismo.

AOC ha demostrado así no sólo hipocresía y descaro -después de todo, nos ha acostumbrado a una retórica anti-Israel que incluye la falsa acusación de genocidio-, sino también inteligencia y habilidad en el juego de la política. Durante años, ha sido una ávida defensora de sus colegas Ilhan Omar (D-Minn) y Rashida Tlaib (D-Mich) mientras su antisemitismo sin tapujos se volvía una desgracia para toda la nación, además de una señal de cómo estos progresistas estaban apoderándose del Partido Demócrata.

Su capacidad para volver a posicionarse, alejándose de su tradicional postura antiisraelí, es un testimonio tanto de su perspicacia política como de la voluntad de algunos supuestos líderes de la lucha contra el antisemitismo de abandonar su misión en favor de la armonía con sus aliados en la izquierda demócrata. También es un indicador de su capacidad para aprovechar oportunidades para ubicarse más cerca del pensamiento mayoritario gracias a la intolerancia de los izquierdistas que habitan los extremos.

Presionando a Biden para que traicione a Israel

Desde la masacre del 7 de octubre, AOC ha sido un crítico habitual de Israel y una parte clave de la coalición de izquierda que ha estado presionando al presidente Joe Biden para que traicione al Estado judío y permita que Hamás gane la guerra. Para algunos progresistas, esto no es suficiente.

Los videos de la congresista siendo acosada por supuestamente no ser lo suficientemente antiisraelí se volvieron virales. Tanto que terminaron opacando sus posiciones y declaraciones reales, que dejan más que claro que está firmemente asentada en el campamento antisionista, junto con sus amigas Omar y Tlaib.

Las increpaciones le molestaron, pero también sirven a su propósito de jugar, en el futuro, en la política nacional. Podría ser con un desafío al líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, también de Nueva York, cuando se postule para la reelección en 2028 o incluso podría ser una arriesgada candidatura a la presidencia ese mismo año o más adelante.

Después de haberse posicionado como una feroz oponente de Israel y una enemiga empedernida del lobby pro-israelí AIPAC en términos que son indistinguibles de los tropos antisemitas tradicionales, debería ser radiactiva para los principales grupos judíos. Pero aun después de los acontecimientos de los últimos ocho meses, cuando los progresistas antiisraelíes hicieron todo lo posible para ayudar a Hamás y socavar el apoyo al derecho del Estado judío a la autodefensa, algunos de quienes dicen dedicarse a la defensa de los judíos todavía siguen ansiosos por ayudar a estos antiguos aliados.

Proporcionar cobertura a un extremista

Un excelente ejemplo de esto es Amy Spitalnick, directora del Jewish Council for Public Affairs, que agrupa a las organizaciones judías de relaciones comunitarias de todo el país. Como predije cuando fue elegida para su puesto el año pasado, Spitalnick está, incluso después del 7 de octubre, todavía más interesada en luchar por la agenda política progresista y los objetivos demócratas partidistas que en defender a Israel y a los judíos. Por lo tanto, no fue sorprendente que se uniera a AOC, junto con Stacy Burdett, una exfuncionaria de ADL, en un seminario web transmitido en vivo por X, titulado: "El antisemitismo y la lucha por la democracia".

El título delata que el propósito del programa era promover la principal bandera del Partido Demócrata en las elecciones de 2024, no hacer algo sobre el odio a los judíos. El punto es que grupos progresistas como el JCPA creen que mantener a los demócratas en el poder es la única salvaguarda para la democracia y que el hecho de que la izquierda sea también la principal fuente de antisemitismo no es más que un obstáculo para lograr el primer objetivo.

Entonces, Spitalnick y Burdett estaban complacidas de poder brindar una cobertura a AOC para sacar a los progresistas de su dilema actual, manado de la seguridad de que son el principal responsable del aumento del antisemitismo. Para lograrlo, la representante neoyorquina tenía que estar dispuesta a hacer algo que el líder de su partido, el supuestamente moderado Joe Biden, no ha estado dispuesto a hacer: denunciar a los antisemitas de su propio partido.

Como señalé a principios de este año, Biden no ha estado dispuesto a romper con el ala antisemita de su partido, en otras palabras a tener un Sister Souljah moment. En cambio, ha estado doblegándose a los grupos de extrema izquierda y árabe-estadounidenses en un intento de apuntalar su reelección.

Criticar el sionismo es lo mismo que negarle derechos a los judíos no se le deniegan a nadie más.

Viendo la oportunidad de ubicarse más cerca de la corriente política dominante sin tener que moderar sus políticas, AOC se abalanzó sobre ella. Durante el seminario web, hizo una declaración que la hizo parecer una enemiga del antisemitismo aunque sin ceder un ápice en su antisemitismo y su deseo de difamar a Israel como un país monstruoso, culpable de un genocidio contra palestinos inocentes.

"El antisemitismo, el odio y la violencia contra los judíos debido a su identidad son reales y peligrosos", dijo Ocasio-Cortez, ganándose elogios no sólo de sus cómplices Spitalnick y Burdett, sino incluso de un incondicional pro-israelí como Abe Foxman, exjefe de la Liga Antidifamación en la época en que priorizaba la lucha contra el antisemitismo antes que la causa del Partido Demócrata -como es el caso de su sucesor, Jonathan Greenblatt-.

De hecho, Foxman no fue el único engañado que elogió a AOC bajo la creencia de que incluso el más mínimo reconocimiento de que existe antisemitismo en la izquierda era un gran avance.

Sin embargo, el argumento de la demócrata fue que el antisemitismo socavaba la agenda progresista. "El antisemitismo es un ataque a nuestros valores como estadounidenses y especialmente como progresistas", dijo. "El antisemitismo también es una amenaza para una comunidad que es un socio vital en nuestras luchas contra la injusticia. Entonces, cuando la comunidad judía se ve amenazada, el movimiento progresista se ve socavado. Por eso lo rechazamos con tanta ferocidad como rechazamos la misoginia, la islamofobia o cualquier forma de intolerancia o discriminación en cualquier espacio que ocupemos. En este momento, el antisemitismo está aumentando en Estados Unidos y en todo el mundo. Reconocer ese hecho no resta valor a las luchas por la liberación, sino que en realidad las hace avanzar".

Todavía antisionista

La congresista dejó en claro que simplemente se estaba distanciando de las formas más vulgares de antisemitismo, como el alboroto causado por manifestantes propalestinos frente a la Casa Blanca, las turbas que protestaron frente a una exposición sobre los asesinatos del 7 de octubre en el festival de música Nova, los enmascarados que persiguieron a los judíos durante un "día de ira" en el metro de Nueva York y las punturas vandálicas en casas de funcionarios asociados con el Museo de Brooklyn.

Lo que intentó hacer, en esencia, fue separarse de los matones de las calles y al mismo tiempo oponerse a la existencia del único Estado judío en el planeta. También respalda, básicamente, los esfuerzos para garantizar que los terroristas genocidas y fascistas de Hamás puedan salir impunes por las atrocidades que cometieron el 7 de octubre y volver a gobernar Gaza, desde donde podrán seguir trabajando en su objetivo de destruir a Israel.

"También es importante decir aquí, en este momento y durante esa conversación, que las críticas al Gobierno israelí no son inherentemente antisemitas y las críticas al sionismo no son automáticamente antisemitas", añadió AOC.

Por supuesto, no son antisemitas las críticas a cualquier gobierno israelí. Pero la "crítica al sionismo" es lo mismo que negar a los judíos derechos que no se le negarían a nadie más.

Estas declaraciones le dieron tanto a ella como al resto de los progresistas un pase para participar en el peor tipo de libelo contra Israel y demonizar sus esfuerzos por defenderse de aquellos que ven el Sábado Negro como un mero adelanto de lo que quieren hacer en todo el país.

Quienes ven a AOC como el futuro del Partido Demócrata probablemente no estén equivocados.

Ningún líder judío responsable debería encubrir a un miembro del Congreso que ha hecho tanto para promover la causa antiisraelí. Pero es todavía más necesario que quienes pretenden liderar a la comunidad judía comprendan que la base ideológica del antisemitismo que campa a sus anchas por calles y campus estadounidenses se encuentra en la Teoría Crítica de la Raza (TCR) y la interseccionalidad, que marxistas declarados como AOC llaman "lucha por la liberación". Es inútil cualquier condena al antisemitismo que no reconoce que el extremismo y la violencia contra los judíos, tan difundidos en este momento, se vincula directamente con la promoción de aquellas dos ideas.

Como quedó claro hace años, y que tras el 7 de octubre es imposible de ignorar, la mentalidad divide al mundo entre los opresores blancos y sus víctimas de color, que se baten en una guerra racial perpetua, ubica erróneamente a Israel y los judíos en el primer grupo.

Que el JCPA y la ADL se hayan negado a dejar atrás su respaldo a estos puntos tóxicos de la agenda woke, incluso cuando reconocen un aumento del antisemitismo en la izquierda, muestra cuán moralmente en bancarrota se encuentran. Lo mismo puede decirse de líderes como Spitalnick y Greenblatt.

¿El futuro de los demócratas?

No se debe dar ningún pase a políticos, académicos o quienquiera que pretenda al mismo tiempo oponerse al antisemitismo y al derecho de Israel a existir. Menos aún a aquellos que, como AOC, tengan por principal objetivo impedir la eliminación de Hamás.

No se oponen al antisemitismo aquellos progresistas que simplemente no quieren ensuciarse las manos como lo hacen los matones enmascarados. Es posible que las turbas en las calles hayan ido más lejos de la zona de comodidad de la congresista y otros progresistas al expresar su antagonismo a los judíos. Aún así, sus objetivos finales no difieren. El activismo de Ocasio-Cortez promueve la causa de aquellos a quienes ahora condena, esté o no dispuesta a admitirlo.

Quienes ven a AOC como el futuro del Partido Demócrata probablemente no estén equivocados. La mayoría de los azules no están de acuerdo con sus posiciones extremas en política exterior, o siquiera en las de medio ambiente, incluyendo las medidas del nuevo pacto verde que empobrecerían a la nación y perjudicarían a los estadounidenses de clase media y trabajadora -no así a quienes como la congresista pertenecen a ciertas élites-. Pero los progresistas han captado las bases del partido y son los favoritos entre los activistas demócratas más jóvenes.

Que la representante demócrata se esté desvinculando de los peores excesos de sus aliado, al mismo tiempo que recurre a tropos antisemitas sobre el AIPAC y el sionismo, no es razón suficiente para que respalden su engaño quienes lideran las organizaciones que deberían defender a los judíos. Sirve más como evidencia del colapso del liderazgo judío en el momento en que más necesario se ha vuelto.

Más allá de todo, la determinación de AOC para avanzar sus causas tóxicas y sus ambiciones personales es una advertencia para quienes se preocupan no sólo por Israel y los judíos, sino también por el futuro de Estados Unidos. Cuanto más influyente sea una extremista marxista como ella, más peligroso será este país tanto para judíos como para la causa misma de la libertad.

© JNS

tracking