“Que vuelvan a casa”: un mes secuestrados por Hamás
Padres, madres, estudiantes, bebés. Personas normales que vivían vidas normales, plenas, libres, hasta que un día, en un acto de injusticia extrema, les tocó vivir el peor momento de su vida.
33 niños, entre 10 y 20 personas mayores de 60 años, discapacitados y más de 200 adultos en general forman parte del grueso de las 245 personas secuestradas por Hamás desde el 7 de octubre, cuando el grupo terrorista lanzó un ataque masivo contra Israel que generó la muerte de unas 1.400 personas.
Según el gobierno israelí, más de la mitad de los secuestrados, unos 138, tienen pasaportes extranjeros de 40 países distintos.
Destacan 54 tailandeses, 15 argentinos, 12 alemanes, 12 estadounidenses, seis franceses y seis rusos. También hay un rehén chino, otro de Sri Lanka, dos de Tanzania y dos de Filipinas.
El portavoz de las FDI, el teniente coronel Jonathan Conricus dijo que “Estos son números que hasta ahora eran inimaginables (…) Esto dará forma al futuro de esta guerra".
Ahora esas personas, según los propios portavoces de Hamás, se encuentran retenidos en túneles de resistencia y lugares “seguros”. Algunos pocos tuvieron suerte y fueron liberados, como Ori Megidish, una soldado israelí que fue rescatada durante las operaciones terrestres en Gaza el 29 de octubre.
Nurit Cooper y Yocheved Lifschitz también obtuvieron su libertad el lunes 24 de octubre.
Lifschitz, una activista por la paz de 84 años, dejó claro cómo fue su secuestro en la primera declaración de una retenida por Hamás ante los medios: "Pasé por el infierno".
La señora Lifschitz, además, sigue teniendo una parte de su vida en el infierno, porque fue secuestrada junto con su marido Oded, del Kibbutz Nir Oz en el sur de Israel, el propio 7 de octubre.
Su esposo, quien es un reconocido periodista de izquierdas de la zona, todavía no fue liberado.
Asimismo, el viernes, 20 de octubre, dos rehenes estadounidenses, una madre y una hija, también dejaron atrás su secuestro y abrazaron la libertad.
Hasta ahora, Hamás solo liberó a cuatro personas. Tan solo uno de los retenidos fue rescatado.
Las condiciones del resto de los secuestrados es una incógnita. Algunos, incluso, han perdido la vida según los reportes de Hamás, que culpa —sin evidencia— a las represalias israelíes, una afirmación que se debe tomar con pinzas considerando la guerra informativa en curso y también las propias amenazas de los grupos terroristas.
Por ejemplo, la Yihad Islámica Palestina, un grupo terrorista respaldado por Irán con sede en Gaza, dijo que tiene en su poder a más de 30 rehenes israelíes, según el líder del grupo terrorista Ziyad Nakaleh. Hamás, por su parte, amenazó con matar a un rehén civil por cada ataque de Israel a civiles en sus hogares en Gaza "sin previo aviso".
Hamás, incluso, hizo gala de los secuestrados usándolos como propaganda para intentar cortar los ataques de Israel contra la Franja de Gaza. En un video, mostró a Rimon Buchshtab Kirsht, de 36 años, Daniele Alony Mevneh, de 44 años, y Lena Trupanov, de 50 años, para que estos aboguen por el cese al fuego y las negociaciones entre las partes.
"Cuando vi a Daniele en la televisión, mi corazón casi se detiene", dijo Ramos Alony, el padre de Daniele. "Mi esposa y yo nos sorprendimos, pero también sentimos alivio: ella estaba viva y la estábamos viendo".
Las peticiones de Hamás son absolutamente pretenciosas. El grupo terrorista exigió que Israel libere a unos 6.000 palestinos retenidos como prisioneros israelíes a cambio de la liberación de todos los rehenes. En medio de esta situación, funcionarios de Estados Unidos e Israel intentan trabajar con Qatar, un intermediario clave, para lograr la liberación de los rehenes a través de negociaciones con Hamás, pero los avances son muy lentos.
Hay muchas historias duras. Conmovedoras. De hecho, todas las son.
Emily Hand, de 8 años, del kibutz Be’eri, mantiene un estatus de “desaparecida” y las autoridades creen que fue secuestrada. En primera instancia, Tom Hand, el padre de Emily, había recibido la noticia de que su hija fue asesinada por terroristas.
Hay casos completamente opuestos en edad: Elma Avraham, de 84 años, vivió en el kibutz de Nahal Oz durante casi cinco décadas hasta su secuestro. Ahora su familia está desesperada por su vuelta a casa.
Las historias de esta niña y esta abuela se transmiten al resto de los cientos de secuestrados. Padres, madres, estudiantes, bebés. Personas normales que vivían vidas normales, plenas, libres, hasta que un día, en un acto de injusticia extrema, les tocó vivir el peor momento de su vida.
Todos ellos, ahora, cumplen un mes de retención o cautiverio. Y lo que espera todo el mundo civilizado, que acompaña a sus familias y amigos, es que vuelvan a casa.