Fukushima: Japón vierte agua de la central nuclear en el océano a pesar de las protestas
China respondió prohibiendo la importación de productos marinos japoneses, mientras que manifestantes en Corea del Sur asaltaron la Embajada nipona.
Doce años después después, Japón sigue conciliándose con el segundo peor desastre nuclear de la historia. Este jueves, la operadora de la planta Fukushima Daiichi comenzó a liberar agua radiactiva tratada al océano Pacífico.
La medida forma parte de un plan para desmantelar la central nuclear donde en 2011, debido a cortes de luz tras un tsunami -tras un terremoto- se fundieron tres reactores nucleares. Durante los próximos 17 días, se soltarán 7.800 toneladas de agua. Para marzo del año próximo, el total subirá a 31.200 toneladas. Luego, el ritmo se acelerará aún más.
El agua fue tratada para depurarla de todo material radioactivo, menos el tritio, y luego diluida con agua de mar. "Como el agua cumple las normas de seguridad antes de ser vertida y la cantidad total vertida también está controlada, no hay preocupación por los efectos sobre la salud humana o el medio ambiente", aseguraron desde el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón.
El Gobierno japonés aprobó el plan para desmantelar la central nuclear hace dos años. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), de la ONU, dio luz verde el mes pasado. "Los expertos del OIEA están sobre el terreno para actuar como ojos de la comunidad internacional y garantizar que el vertido se lleva a cabo según lo previsto y de acuerdo con las normas de seguridad", dijo Rafael Mariano Grossi, director general de la agencia, en un comunicado. Grossi también explicó que habían desarrollado una web donde se puede consultar en directo información sobre el derrame controlado:
"TEPCO desea disculparse profundamente por la gran carga y los inconvenientes que ha causado a la población de Fukushima, y a toda la sociedad", se disculpó por las pérdidas del incidente en 2011 el operador de la planta, Tokyo Electric Power Company Holdings.
Estados Unidos también apoyó el plan, con el embajador en Japón, Rahm Emanuel, incluso asegurando a medios locales que visitará Fukushima a fines de mes. En su itinerario: comer pescado capturado en la zona y recorrer un mercado de mariscos, además de reunirse con las autoridades locales.
Vecinos descontentos
China no está conforme con el vertido. El mismo jueves en que se inauguraron las operaciones en Fukushima, la Administración General de Aduanas china comunicó que prohibía la importación de todos los productos acuáticos provenientes de Japón. El objetivo: "Prevenir los riesgos derivados del vertido de aguas residuales contaminadas por la energía nuclear en Japón", de acuerdo con la agencia oficial Xinhua.
"Japón no debe infligir más daño a su pueblo y al mundo por su egoísmo", declararon desde el Ministerio de Asuntos Exteriores comunista, en declaraciones recogidas por el South China Morning Post. "No hay pruebas de que el equipo de depuración sea fiable a largo plazo, ni de que los datos sobre contaminación sean exactos. No hay pruebas de que el vertido en el océano sea seguro para el medio marino y la salud humana".
El principal partido de la oposición en Corea del Sur también expresó su descontento, con protestas que se intensificaron tras el apoyo del Gobierno coreano al plan nipón. El público también parece estar preocupado: un 62% aseguró en una encuesta de Media Research, compartida por AP, que abandonaría o recortaría su consumo de mariscos cuando comenzasen los derrames.
A horas de abrirse el grifo, la policía surcoreana detuvo al menos a 16 manifestantes que intentaron entrar en la embajada japonesa. JapanToday contabilizó hasta cerca de 50 personas concentradas alrededor del edificio diplomático.
"No sólo las pesquerías están en contra, sino que también hay un número considerable de personas que se oponen y el sentimiento existe tanto a nivel nacional como internacional", resumió el descontento Katsunobu Sakurai, exalcalde de Minamisoma, ciudad a unos 30 kilómetros de Fukushima. Sakurai también afirmó en conversación con Japan Times que las operaciones no eran el camino de la recuperación, sino "exactamente lo opuesto".