David Mamet ve esperanza en los hispanos: "Son super inteligentes, trabajan duro y creen en Dios y en la familia"

El autor del libro 'Recessional' reconoce que "estaba enganchado a las ideas progres, que son tan adictivas como las drogas o el alcohol".

David Mamet (Chicago, 1947) ha hecho carrera entre el cine y la literatura. Guionista, autor de teatro, novelista, director de cine… Mamet ha tocado todos los palos para retratar la sociedad, siempre con una mirada crítica.

Esa mirada era claramente de izquierdas. Hijo de dos comunistas, Mamet comenzó su carrera bajo el influjo de mayo del 68 y de la nueva izquierda. En 1984 ganó el premio Pulitzer por Glengarry Glenn Ross, que luego fue llevada al cine con un reparto espectacular: Jack Lemon, Al Pacino, Ed Harris, Alan Arkin, Kevin Spacey y Alec Baldwin. Ha seguido una carrera sin tropiezos, y con momentos brillantes, como Oleanna. 

"Enganchado a las ideas progres"

Su espíritu crítico le ha llevado más allá de donde esperaba: a replantearse sus ideas izquierdistas. “Estaba enganchado a las ideas progres, que son tan adictivas como las drogas o el alcohol”, dice en una entrevista que le ha concedido al diario español El Mundo. Preguntado por qué cree que el progresismo es adictivo, Mamet responde:

Porque las ideas woke causan que la gente sienta una mezcla de rabia e indignación, y esa combinación segrega algún tipo de hormona placentera en el cuerpo. Nadie se siente más poderoso y seguro de sí mismo que cuando está pleno ataque de rabia indignada. Tal poder siente el progre en esas circunstancias, que dice locuras como: "Las leyes ya no sirven" o "lo que importa es lo que yo siento". En cuanto eso ocurre, el zorro ya está al mando del gallinero. Eso precipitó la caída de Persia, de Roma, de la URSS... y, me temo, es lo que está ocurriendo ahora en Occidente.

La esperanza está en la comunidad hispana

Ese tono apocalíptico acompaña toda la entrevista. Tan es así, que el entrevistador se ve obligado a preguntarle: “¿No ve esperanza?”. Entonces, el dramaturgo declara:

Sí, los latinos. Son súper inteligentes, trabajan duro y, además, creen en Dios y en la familia. En algún momento, dentro de tres o cuatro décadas, formarán un bloque electoral con suficiente tamaño como para recuperar el control del Estado.

Los hispanos son ese gigante dormido que lleva camino de convertirse en la primera minoría del país. En la actualidad votan mayoritariamente al Partido Demócrata, pero es por razones que no tienen que ver con la deriva woke del PD. Y, de hecho, parece que la preferencia por ese partido está desvaneciéndose rápidamente. 

Esconder las ideas

Mamet habla en la entrevista de cómo fue su transición de un icono del progresismo americano a ser un conservador admirador de Donald Trump:

Le pasa a muchísima gente. Para salir de ese pozo, primero tienes que tocar fondo. A mí me pasó hace dos décadas, cuando le conté a un amigo que escondía mis libros de Friedrich Hayek o Milton Friedman cada vez que tenía visitas. '¿Por qué haces eso?', me preguntó. 'Porque se ríen de mí', respondí. Y, de repente, vi lo ridículo que era mi comportamiento. Llevaba toda mi vida defendiendo la libertad de expresión y, de repente, tenía miedo a las burlas de la gente... ¡por leer a autores de derechas!

De eso habla en su último libro, Recessional: The Death of Free Speech and the Cost of a Free Lunch. El libro, como promete su título, habla de la censura. ¿Es nuestro principal problema?

Más que un problema, es un síntoma de la inercia de la civilización moderna: el miedo que provoca el exceso de prosperidad. Cuando la gente se vuelve muy rica, subcontrata sus actividades incómodas a extranjeros, ya sea recoger fruta o servir en el ejército, y dedica el tiempo sobrante a buscar problemas donde no los hay. ¿Y si la Policía está sobrefinanciada? ¿Y si estamos destruyendo el planeta? ¿Y si los niños nacen en el cuerpo equivocado? Todo son miedos provocados por un exceso de prosperidad, pero nadie se atreve a cuestionar esta retórica izquierdista.

Mamet, en un momento de la entrevista, cuenta cómo hay muchos que no compran la ideología woke: “técnicos, maquilladores, cámaras, guionistas... Se acercan y me dicen en voz baja: ‘Estoy de acuerdo con todo lo que dices’. Pero lo susurran, porque saben que si ponen una pegatina electoral de Trump en el parachoques de su coche, se quedan sin trabajo”. Él mismo reconoce que “Mi valor en la industria ha caído por decir lo que pienso”.