El declive de la religión es la principal causa de las "muertes por desesperación": alcohol, drogas y suicidios

Un estudio revela que los estados que más se han aferrado a la práctica religiosa son los que más han podido resistir estos comportamientos.

Es difícil escapar a la conclusión de que América vive en una cierta crisis social, que se puede observar en lo que algunos estudiosos han llamado “muertes por desesperación”. Son las muertes asociadas a comportamientos autodestructivos. Los suicidios son el caso más claro, pero también hay otros comportamientos, como el consumo de sustancias, que tienen un carácter nocivo y, para muchos americanos, mortal. ¿Qué es lo que causa estas muertes por desesperación?

La tasa de mortalidad ha crecido en los Estados Unidos a causa de la pandemia. Pero hay otros factores que contribuyen a este aumento de la mortalidad. Un artículo científico, elaborado por los autores Tyler Giles, Daniel M. Hungerman y Tamar Oostrom, presta atención a las “muertes por desesperación”, y a lo que creen que es su principal causa: el declive en la práctica religiosa. 

Según el paper

En las últimas dos décadas, la tasa de mortalidad por intoxicaciones por drogas en Estados Unidos se ha triplicado (National Center for Health Statistics, 2017; Stone et al., 2018; Case, 2015). La tasa de suicidios ha aumentado un 30 %, al igual que las tasas de enfermedad hepática alcohólica.

Estas tendencias se han llegado a considerar “una de las cuestiones económicas y demográficas más importantes de nuestro tiempo”.

La religión

Los autores recogen varias de las explicaciones que se han buscado para explicar este fenómeno. Pero ninguna de ellas es concluyente. Por ejemplo, es común señalar el papel que haya podido tener el medicamento OxyContin en la extensión de la crisis de consumo de opiáceos en el país. Pero el fármaco se empezó a comercializar en 1996, y el aumento de la mortalidad por este tipo de comportamientos arriesgados es anterior. 

Los autores han encontrado la respuesta en un elemento que ha sido obviado por gran parte de la literatura al respecto, y es la religión. La tesis central del artículo es que

En las últimas décadas, las tasas de mortalidad por envenenamientos, suicidios y enfermedades hepáticas alcohólicas han aumentado drásticamente en Estados Unidos. Demostramos que estas "muertes por desesperación" empezaron a aumentar con respecto a la tendencia a principios de la década de 1990, que este aumento fue precedido por un descenso de la participación religiosa, y que ambas tendencias fueron impulsadas por los estadounidenses blancos de mediana edad.

Para llegar a esta conclusión, Giles, Hungerman y Oostorm tienen en cuenta uno de los hallazgos de la ciencia social en los últimos años, y es que se observa una relación entre la religiosidad y el estado de salud. La explicación más razonable de esta vinculación es que la religión refuerza ciertos comportamientos morales que alejan otras formas de comportarse que pueden resultar lesivas para la salud.

Declive religioso a finales de los 80'

Pero el estudio afina mucho más. Los autores ven que el aumento de estas muertes por desesperación comienza en 1993. Pero “en el caso de los estadounidenses blancos de mediana edad, las muertes por desesperación empezaron a desviarse de la tendencia antes, a principios de la década de 1990. Esta ruptura de la tendencia a principios de los 90 ha recibido muy poca atención, pero fue de gran magnitud".

Esto es importante, porque cuando se detienen en el descenso en la religiosidad observan que comienza un brusco descenso justo a finales de los años 80s. Lo sorprendente es que, como dice el artículo, “esta proximidad al inicio del aumento de las muertes por desesperación ha pasado desapercibida en gran medida”. El declive en la religiosidad, además, ha sido generalizada y muy pronunciada. Teniendo en cuenta que religión y salud guardan una relación, los autores consideran que tenía que tener un efecto en la mortalidad. De hecho, no observan ningún otro fenómeno capaz de aunar estas características

Análisis geográfico

También hacen un estudio geográfico de la evolución de la religiosidad y las muertes por desesperación, y los resultados son concluyentes. Los estados en los que la religión se ha mantenido viva son los que menos han sufrido el azote del alcohol, las drogas o los suicidios. Esa relación inversa entre la práctica religiosa y este tipo de muertes también se observa cuando hay cambios: los estados en los que más descendió la religiosidad son también los que mayores aumentos por estas muertes han experimentado. 

Entre los estados con una menor religiosidad y con una mayor incidencia de muertes por comportamientos peligrosos se encuentran California, Oregón o Massachusetts, entre otros. En el lado opuesto está Dakota del Norte, o Tennessee, por ejemplo. 

Es más, estado por estado esa correlación se mantiene en los mismos grupos demográficos. A quienes más afecta, y quienes más han sentido el azote de esas muertes, son los blancos no hispanos sin formación universitaria.

Las leyes azules

Otro de los hallazgos del artículo es el papel que han tenido las leyes azules. Estas normas regulaban el comercio, habitualmente durante los domingos por la mañana, y limitaban la actividad, o prohibían la venta de determinados artículos. Las leyes azules fueron declaradas inconstitucionales por el Tribunal Supremo, lo que hizo que esas leyes decayeran. Los autores observan que 

Se ha demostrado que estas leyes están estrechamente relacionadas con la práctica religiosa, creando cambios discretos en los incentivos para asistir a los servicios religiosos que es plausible que no estén relacionados con otros impulsores de la religiosidad.