El régimen sandinista prohíbe las procesiones de la Iglesia católica

El cardenal Leopoldo Brenes admitió que no ve solución inmediata a la persecución de Ortega a la institución.

El asedio por parte del régimen de Daniel Ortega a la Iglesia católica se puso de manifiesto este fin de semana después de que la policía prohibiera "por razones de seguridad interna" una procesión en la capital y otros templos del país.

La Archidiócesis de Managua informó a través de un comunicado que debido a las medidas de Ortega se realizaría una misa, bajo mira policial, a la que podrían asistir los fieles para celebrar la conclusión de la imagen peregrina de la Virgen de Fátima. Esta nueva información confirma que la Policía sandinista no permitirá más actividades de la Iglesia católica en medio de un contexto de fuertes tensiones entre del Gobierno y la institución.

Ataque a sacerdotes

El cardenal Leopoldo Brenes dijo que se reunían el fin de semana "con mucha alegría, pero también con mucha tristeza” debido a la crisis que viven los sacerdotes y la institución con el Gobierno. Además, afirmó que la Iglesia espera encontrar una salida a la situación del obispo Rolando Álvarez, aunque admitió que en lo inmediato no ve una solución a la situación que vive el sacerdote de la Diócesis de Matagalpa, en el norte de Nicaragua.

Álvarez es un fuerte crítico del régimen de Ortega y fue retenido en su curia el pasado 4 de agosto. Permanece allí junto a otras 10 personas rodeado por un amplio cerco policial. Las fuerzas sandinistas justificaron la investigación a Álvarez por intentar organizar grupos violentos e incitar al odio con el propósito de desestabilizar Nicaragua. El obispo fue punto de mira de Ortega tras denunciar la decisión de las autoridades de cerrar cinco emisoras católicas y exigir al gobierno que respete la libertad religiosa.

La persecución contra la Iglesia se produce en medio de las tensas relaciones que la Iglesia católica tiene con el Gobierno de Ortega desde las protestas opositoras de 2018, cuando varios templos abrieron sus puertas para refugiar a los manifestantes heridos y a los que huían de la represión.