La auditoría fiscal del IRS se centró en los contribuyentes más pobres durante 2022

Un ciudadano con ingresos bajos tiene cinco veces más probabilidades de ser auditado que un millonario.

La gestión del Servicio de Impuestos Internos (IRS) es uno de los principales escenarios de batalla entre la Admininistración Biden y la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Mientras el Gobierno se esfuerza en reforzar el servicio de inspeción de agentes de Hacienda, el Partido Republicano consiguió derogar la financiación de estos nuevos agentes.

Como telón de fondo, el ciudadano medio y sus impuestos.  Lejos de perseguir el posible fraude fiscal de las rentas millonarias, el IRS centra sus esfuerzos en perseguir a los ciudadanos con los ingresos más bajos. Un estudio de los datos de auditoría fiscal del IRS correspondiente al año pasado reveló que un contribuyente de ingresos bajos tiene cinco veces más probabilidades de sufrir una auditoría fiscal que un millonario.

La clase de contribuyentes con tasas de auditoría increíblemente altas -cinco veces y media más que prácticamente todos los demás- fueron los asalariados con ingresos bajos que se acogieron al crédito fiscal por ingresos del trabajo.

Los datos reflejados en el Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC) de la Universidad de Syracuse mostraron que el IRS realizó el 85% de sus auditorías a través de cartas donde se solicita información y documentación adicional a los contribuyentes cuyas declaraciones de impuestos hayan llamado la atención del organismo. De estos requerimientos se desprende que  la tasa de auditorías de impuestos sobre la renta para quienes se encuentran en el nivel de ingresos más bajo alcanzó el 12,7 por 1.000, en comparación con el 2,3 por 1.000 de quienes se encuentran en el nivel de ingresos más alto.

De forma genérica, las probabilidades de que un millonario se vea cara a cara con un auditor se redujeron en 2022 a apenas el 1,1%.

El informe TRAC señala que que la falta de atención hacia los millonarios se debe a “recortes presupuestarios severos a lo largo de los años” que obligaron al IRS a cambiar su enfoque con respecto a las auditorias que realiza. Unos recortes que, no obstante, no relajaron la presión fiscal sobre el americano de bajos ingresos.