Facebook censura una portada de 'The Spectator' que satirizaba a Joe Biden

La revista conservadora británica no ha recibido una respuesta concluyente por parte de la red social sobre por qué ha cancelado la publicación.

Facebook ha censurado una portada de la revista británica The Spectator. Fraser Nelson, editor del semanario, ha explicado en un artículo las circunstancias de la censura por parte de la red social de Mark Zuckerberg. 

Facebook se negó a publicar la portada de esta semana que satirizaba a Joe Biden, cuando la enviamos como anuncio. La portada preguntaba si Biden seguiría en el cargo seis años más, pero en la ilustración aparecía levantando cinco dedos. Una broma simpática, pero no cruel. Así que apelamos.

Facebook refused to publish this week’s cover satirising Joe Biden when we submitted it as an advert. The cover asked if Biden would serve for six more years, but the illustration had him holding up five fingers. A nice joke, but hardly a cruel one. So we appealed.

No es la primera vez que The Spectator recurre al humor para tratar la actualidad política:

A lo largo de los años hemos mostrado a Boris Johnson estrellándose contra el suelo con la cabeza chapoteando en el pavimento. Hemos mostrado a Liz Truss y a Kwasi Kwarteng en un accidente de moto, con sus cuerpos de metal destrozados. Nos hemos burlado de Theresa May llamándola 'Maybot' poniéndola en todo tipo de posiciones de tortura durante semanas. ¿Y Donald J. Trump? Lo hemos presentado como un psicópata armado y un loco con un tridente, haciendo el ganso en sincronía con Marine le Pen. Todo publicado por Facebook sin problemas. Pero si nos burlamos de Joe Biden, de repente no cumplimos sus "políticas publicitarias".

Over the years we have shown Boris Johnson crashing into the ground with his head splat on the pavement. We have shown Liz Truss and Kwasi Kwarteng in a motorcycle crash, their bodies in mangled metal. We’ve mocked Theresa May as a ‘Maybot’ putting her in all kinds of positions of torture for weeks. And Donald J. Trump? We’ve had him as a gun-toting psychopath and a pitchfork-wielding loon, goose-stepping in synchronisation with Marine le Pen. All published by Facebook without a problem. But a gentle teasing of Joe Biden and all of a sudden we don’t comply with its ‘advertising policies’.

Un proceso kafkiano

La revista pidió a Facebook una revisión del caso, pero fue rechazada. Volvió a hacerlo, y la red social envió a The Spectator un mensaje que decía: “Ha solicitado otra revisión de tus anuncios rechazados. Tras otra revisión, se ha determinado que siguen incumpliendo nuestras Políticas de publicidad”. “You asked for another review of your rejected ads. After another review, it’s been determined that they still don’t comply with our Advertising Policies.”

Fraser Nelson comenta al respecto:

Esto es algo con lo que me encuentro a diario: un proceso kafkiano de rechazo, falta de explicación y edición de algoritmos que tiene mucha más influencia sobre lo que leemos de lo que generalmente se reconoce. Facebook, como la mayoría de los gigantes de las redes sociales, no siente la necesidad de responder a las personas que preguntan por qué sus contenidos han sido seleccionados. No hay una línea directa a la que llamar ni un gestor de cuentas al que quejarse. 

This is something I now encounter daily: a Kafkaesque process of rejection, lack of explanation and algorithm editing which has far more influence over what we read than is generally acknowledged. Facebook, like most social media giants, does not feel the need to respond to people asking why their content has been targeted. There is no hotline to call, no account manager to complain to. 

Y el asunto tiene la máxima importancia, dado que en su opinión

Facebook es ahora la fuente número 1 de noticias en el Reino Unido, después de las emisoras, y sus bots deciden qué noticias se promocionan y cuáles se ocultan. Quien programa los bots ejerce más poder que cualquiera de los grandes barones de los medios de comunicación: Hearst, Beaverbrook o Murdoch.

Facebook is now the no.1 source of UK news after the broadcasters, its bots deciding which news posts are promoted and which ones are concealed. Whoever programmes the bots wields more power than any of the great media barons: Hearst, Beaverbrook or Murdoch.

Fugaz e inefectiva intervención de Alex Belardinelli

Llegado ese impasse, Fraser Nelson tuiteó el caso de censura de Facebook, y el asunto adquirió un creciente interés por la prensa británica. Un periodista del diario The Sun le llamó, y le informó de que Facebook había rechazado la portada porque no había sido subida por alguien autorizado.

Pero parece algo contradictorio, ya que los medios de comunicación están exentos de ese tipo de procedimientos. Y The Spectator es un medio muy reconocido: El semanario, que se publica en Gran Bretaña desde 1828, tiene una circulación de unos 100.000 ejemplares. 

Como el asunto adquiría un gran interés por parte de la prensa, se puso en contacto con Nelson el director de Comunicación para Europa del Norte, Alex Belardinelli. Belardinelli reaccionó dándole las gracias por llamar la atención sobre el asunto, como si fuera un error involuntario. Y le invitó a que volviera a hacer la solicitud de publicación:

Hola, Fraser. Gracias por avisarnos. Como sabes, cualquiera que quiera publicar un anuncio sobre política o elecciones tiene que ser autorizado, según nuestro proceso aquí https://en-gb.facebook.com/business/help/208949576550051?id=288762101909005. Si The Spectator lo reenvía desde una página de administración autorizada, el anuncio será aprobado.

Hi Fraser - thanks for flagging this. As you know, anyone who wants to run an ad that’s about politics or elections has to be authorised - per our process here https://en-gb.facebook.com/business/help/208949576550051?id=288762101909005. If The Spectator resubmit it from an authorised Page admin the ad will be approved.

Nelson se extraña, porque el motivo que había alegado Facebook tenía que ver con la publicación en sí, no con la persona autorizada para solicitar su publicación. Pero tras esta invitación, la revista repitió la operación. Pero fue de nuevo rechazada, sin mayor explicación.