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El régimen de Maduro dejará de recibir vuelos de deportaciones de ilegales en respuesta a la revocación de las licencias petroleras por parte de Trump

Los vuelos hacia Caracas con inmigrantes venezolanos se dejaron de realizar desde el 20 de febrero. Solo fueron recibidos 360 ilegales.

Un vuelo de deportación procedente de EEUU llega a Caracas

Un vuelo de deportación procedente de EEUU llega a CaracasAFP / Pedro Mattey

Emmanuel Alejandro Rondón

Cuando parecía que el régimen de Maduro y la Administración Trump habían logrado acuerdos migratorios para que Caracas aceptara vuelos de deportaciones con inmigrantes venezolanos, la historia tomó un giro de 180 grados luego de que el presidente Donald Trump decidiera revocar las licencias petroleras que el expresidente Joe Biden había entregado a Maduro, instando a Chevron y a otras compañías petroleras a dejar sus actividades en el país sudamericano.

En respuesta a la dura revocación de Washington, que representa un golpe directo a las finanzas del represor régimen chavista, el dictador Nicolás Maduro ordenó que Venezuela no reciba más vuelos de deportaciones, según un reporte del Wall Street Journal.

Hasta el 20 de febrero, Caracas solo había recibido a 360 inmigrantes venezolanos, una cifra muy lejana a la solicitada por la Administración Trump en sus esfuerzos por llevar adelante su plan de deportaciones masivas.

No está claro cómo reaccionará la Casa Blanca a la decisión de Maduro, pero la advertencia de los funcionarios chavistas demuestra lo volátiles que pueden ser las relaciones con el régimen venezolano.

La decisión de Trump de revocar las licencias petroleras y de Maduro de no recibir inmigrantes venezolanos se produjo en medio de fuertes lobbies de compañías como Chevron o el magnate petrolero Harry Sargeant para que Washington lograra acuerdos con la dictadura chavista.

Por meses, los lobbies petroleros trabajaron para que la Administración Trump alcanzara un acuerdo de “más petróleo, menos inmigrantes”, pero el esfuerzo parece que no ha terminado de cuajar en el seno de la Casa Blanca.

Si bien el enviado especial para Venezuela, Ric Grenell, viajó a Caracas a reunirse con el régimen de Maduro, logrando regresar son seis rehenes estadounidenses, varios altos funcionarios de la Administración Trump son duros críticos de las dictaduras de izquierda de la región (Venezuela, Cuba y Nicaragua), entre ellos el secretario de Estado, Marco Rubio, y el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz.

Asimismo, congresistas republicanos del sur de la Florida, como Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Carlos Giménez, han trabajado tras bambalinas para persuadir al presidente Trump de que regrese a su política de máxima presión contra Maduro, convenciéndolo de que corte el financiamiento petrolero al dictador chavista.

Según Axios, el esfuerzo cabildero de los representantes fue exitoso, especialmente porque se produjo en un momento donde la Cámara estaba votando por un marco presupuestario que, finalmente, pasó con una votación de 217-215, con Díaz-Balart, Salazar y Giménez votando a favor.

Desde que Washington revocó las licencias petroleras, el régimen venezolano reaccionó vehemente, primero con declaraciones retadoras de Maduro contra EEUU, y también con nuevas rondas de persecución y amedrantamiento contra María Corina Machado, líder opositora venezolana.

Machado, quien se enteró de la revocación de las licencias petroleras en una entrevista con el hijo del presidente Donald Trump Jr., agradeció la decisión de EEUU de poner fin al petróleo de sangre de Venezuela, denunciando que Maduro utilizó la inmigración petrolera para desestabilizar la región y enviar a los criminales del Tren de Aragua fuera de las fronteras venezolanas.

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