Voz media US Voz.us

Amenazas, espionaje y censura: investigadores denuncian presiones de la industria de los alimentos ultraprocesados

La académica Melissa Mialon desvela las sombras de la 'Big Food' en exclusiva con VOZ.

Supermercado en Princeton, Illinois

Supermercado en Princeton, IllinoisLandov/Cordon Press/VOZ.

Santiago Ospital
Publicado por

Detrás de las barritas de cereal, las leches en fórmula, las papas en bolsa, los helados, las fórmulas de bebés, hay una industria global de miles de millones de dólares. Y creciendo: la firma especializada Technavio calcula que su mercado aumentará $856.600 millones entre 2025 y 2029. Industria milmillonaria... y dispuesta a cuidar lo suyo, advierte la experta Melissa Mialon en diálogo con VOZ. 

"No es como: Hola, soy el dueño de Coca-Cola. Lo llamo para decirle que sus hijos se encuentran en este lugar... Y que los voy a vigilar", explica Mialon las presiones de la industria de los alimentos ultraprocesados sobre los investigadores que analizan sus riesgos para la salud. En realidad, continúa, no sabes quién está del otro lado del teléfono. Del mensaje, la pintada, el destrozo. "Pagan a alguien para que lo haga".

Ingeniera en alimentos de formación, hace años se dedica a iluminar rincones oscuros -presiones, conflictos de interés- de la Big Food. A pesar de la naturaleza opaca de las provocaciones que describe, Mialon razona que mirando a quien van dirigidas es fácil adivinar quién esconde la mano: las víctimas son los investigadores que analizan a los ultraprocesados, "no es un tipo de intimidación que sufra cualquier otro estudioso de la salud pública". El victimario, por tanto, es la industria que investigan.

Un problema global, un problema estadounidense

El debate sobre los ultraprocesados se calentó en los últimos años. La nominación de Robert F Kennedy para secretario de Salud y Servicios Humanos subió un poco más los grados: su promesa de Hacer a América Sana de Nuevo tiene una alimentación saludable como ingrediente central. Su reciente confirmación girará aún más la perilla.

"Estamos traicionando a nuestros hijos al permitir que las industrias los envenenen", dijo el año pasado. Sus críticas recientes abarcaron desde los aceites en los nuggets de pollo hasta los colorantes del cereal Fruit Loops. Al frente del departamento, tendría autoridad para regular la seguridad alimentaria y las etiquetas nutricionales, además de supervisar un centenar de programas sanitarios como Medicare y Medicaid. 

Los grupos de presión se anticipan como una barrera: "En tantos, tantos países he tenido legisladores que me decían: 'Sabe, tenemos mucha evidencia de los daños de la industria, pero, sabe, también trabajo con el alcohol...'", dice Mialon. 

Aunque global, el problema es especialmente delicado en Estados Unidos, advierte la investigadora: "Los alimentos ultraprocesados obtienen la mayoría de sus ingresos en allí". "La mayoría de lo que los comen los americanos es ultraprocesado".

¿Qué son los 'ultraprocesados'?

Casi todos los alimentos son sometidos a algún tipo de procesamiento industrial, aunque sea sólo para preservarlos. 

La palabra "ultraprocesados" surge de una espectro que ubica a los alimentos de los más a menos intervenidos, más a menos naturales o industriales. 

En el lado de los menos, los "no procesados o mínimamente procesados": frutas, vegetales, leche, pescado, huevos. Del lado opuesto, los "ultra procesados" suelen incluir aditivos e ingredientes infrecuentes en la cocina casera, como edulcorantes, aromas artificiales y colorantes.   

Investigaciones académicas han vinculado a estos últimos alimentos (hay incluso quien cuestiona que merezcan aquel nombre) con numerosos riesgos para la salud, desde obesidad y diabetes, hasta depresión, ansiedad, adicción y problemas para dormir. Entre otras. 

Sobornos, secuestros y teléfonos pinchados 

Leyó numerosos reportes académicos, denuncias e informes periodísticos. Conversó con cientos de investigadores. Mialon puede enumerar caso tras caso que, asegura, prueba una estrategia de presión sobre académicos y expertos para evitar que sus hallazgos sobre los daños de los ultraprocesados deriven en leyes que restrinjan el negocio.

Espías privados en Suiza, que logran inmiscuirse hasta reuniones en hogares privados. Teléfonos pinchados en Colombia. Amenazas de muerte en México por pedir impuestos altos a las bebidas azucaradas. Todos son casos registrados por Mialon, pero tampoco hace falta cruzar fronteras y océanos para encontrarlos: la propia académica afirma haber sido víctima de coacciones veladas. 

"Ella era bastante crítica con la industria de los alimentos", recuerda años después, todavía sorprendida, el giro copernicano de una colega. De un día para otro, aquella excamarada comenzó a repudiar públicamente una investigación de Mialon sobre los conflictos de interés del comité de Guías de Alimentación para los Estadounidenses (19 de sus 20 miembros tenían algún tipo de conflicto de interés). Aunque asombrada, Mialon cree haber encontrado una explicación: "Esa señora recibe dinero del Gobierno americano", de la misma agencia que financia las Guías de Alimentación.

"Otro colega fue secuestrado", añade. Un caso más. Fue en Colombia, acababan de publicar un artículo sobre el lobby de las Big Food. Lo drogaron, desapareció. Dos días después despertó en una nueva ubicación. Sólo le faltaba la laptop. "No podemos estar seguros de que tuvieran relación con nuestra investigación, pero ocurrió justo al mismo tiempo". 

Amenazas, secuestros, vigilancia, son formas de intimidación tan difíciles de atribuir como infrecuentes. Más común es la desacreditación pública: posteos en redes sociales, publicidades, comunicados de prensa. En ocasiones, con apodos despectivos como "yihad anti-alimentos", "Gestapo de la gastronomía"  o "breastapo" (una combinación de "Gestapo" y "pecho", como crítica a quienes promulgan la lactancia frente a las fórmulas).

Estas últimas se encuentran recogidas en una investigación publicada por Mialon y un grupo de investigadores internacionales sobre aquella industria, a la que agrupan con la del alcohol y la del tabaco bajo el término poco halagüeño de "Industrias de Materias Primas Insalubres" (UCIs, por sus siglas en inglés).

¿Big Food, la nueva Big Tobacco?

Tras revisar decenas de publicaciones académicas y "literatura gris" (medios, buscadores, blogs…), los autores llegan a la conclusión de que las UCIs ejercen el mismo tipo de presiones. 

Como dicho, la más frecuente es la desacreditación pública. También es la más fácil de vincular con su autor. A medida que aumenta la gravedad del acto, más difícil se vuelve establecer la responsabilidad de una empresa o un grupo de interés.

Amenazas de demandas, demandas, quejas a las autoridades, a los inversores, pedidos de libertad de información. Amenazas de violencia física, sobornos, hackeos, robos. Aunque todas figuran (y son repudiadas) en el estudio, hay una diferencia evidente entre amagar con una denuncia judicial y golpear, herir a alguien: ¿cuál es el límite entre una defensa corporativa legítima y una censurable? 

"Cuando se trata de hacer cosas a puerta cerrada o a través de terceros, cuando no se puede hacer un seguimiento al orígen", replica Mialon. "Cuando no es transparente, cuando no sabes realmente si puede protegerte".

Aunque los ejemplos se denuncian y acumulan hace tiempo, aquel trabajo publicado en la revista Oxford Academic asegura ser el primero en recopilarlos y buscar un patrón. 

De las tres UCIs, la más intimidatoria es la del tabaco. La segunda, la de los ultraprocesados. Atrás queda el alcohol. Eso especialmente cierto en Estados Unidos, de donde provienen más de la mitad de las fuentes analizadas. 

Sin embargo, los investigadores advierten que la falta de reportes sobre Big Food y Big Licor no apuntan, necesariamente, a la inocencia de ambas industrias. Puede ser, tan sólo, una falta de denuncias. Para cubrir este bache, Mialon consultó a unos 100 investigadores, mediante entrevistas directas o encuestas. Los resultados, que saldrán al público este año, confirman la tendencia de presiones.

Parte de esa falta de conocimiento se puede deber, según los expertos, a que las presiones de las empresas tabacaleras son más conocidas y, de alguna manera, aceptadas. "La gente no se da cuenta que la industria detrás de esos alimentos es tan peligrosa como la del tabaco", asegura Mialon.

"La idea es que el escepticismo ante las Big Food debería ser igual al del Big Tobbaco".

"Sin protección para los denunciantes"

Mialon afirma que uno de sus principales descubrimientos es la falta de protección que sienten los investigadores y potenciales denunciantes. A sus ojos, ni los gobiernos ni las universidades ni cualquier institución semejante hace lo suficiente. 

​Aunque su caso, dice, es distinto. Cree tener el respaldo de su universidad, y afirma: "Sé que hice bien mi trabajo". Si tiene que sentarse en el banquillo, dice, ganará. Sin embargo reconoce el sentimiento tras la amenaza: "Te hace sentir muy aislada, como si... comienzas a cuestionarte".
tracking