El mercado de la cirugía de reasignación de sexo alcanzará los 5.000 millones de dólares para 2030

El 85% de los menores en edad diagnosticados con disforia de género que no han recibido tratamiento superan el trastorno gracias a terapia psicológica.

El mercado de la cirugía de reasignación de sexo se valoró en 1.900 millones de dólares en 2021, se estima que aumente a los 2.100 millones en 2022 y que se expanda a hasta llegar a 5.000 millones en 2030, según un análisis de Grand View Research (GVT).

La demanda de estas cirugías crece rápidamente debido a un aumento de la disforia de género. Según un estudio de 2020 realizado por el Cedars Sinai de Los Ángeles, el 78% de los hombres transgénero sufrieron este trastorno a la edad de 7 años. Los casos de disforia de género en menores han aumentado un 70% en sólo un año: 2021.

De mujeres a hombres

Representando alrededor del 41% del total de cirugías, el número de procedimientos quirúrgicos de reasignación de género de mujer a hombre generó la mayor cantidad de ingresos en 2021. El GVT lo atribuyó a las innovaciones médicas y quirúrgicas en cuanto a la modificación de las partes del cuerpo masculino:

– Metoidioplastia: creación de un pene artificial.

– Faloplastia: modificación del pene.

– Escrotoplastia: creación de un escroto.

– Reconstrucción torácica: eliminación de senos.

Sin embargo, el mercado de hombre a mujer probablemente superará al mercado de mujer a hombre en los próximos años debido a una mayor incidencia de disforia de género entre los hombres biológicos. El GVT dice que las principales figuras del mercado de la cirugía de reasignación de género están "adoptando nuevas estrategias para fortalecer su presencia en el mercado". Ofreciendo cirugías cada vez más especializadas, como la condrolaringoplastia (reducción del tamaño de la nuez de Adán), la reducción mamaria, la neovaginoplastia y la remodelación genital.

Según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, los hombres trans se sometieron a 9.985 cirugías de reasignación de género en 2020, en comparación con 8.986 en 2019.

Las aseguradoras cubren los cambio de sexo

El crecimiento de este mercado también puede atribuirse al aumento de la cobertura de seguro médico para los procedimientos de reasignación de género. Las empresas están invirtiendo en atención médica LGBT y las aseguradoras están más dispuestas a cubrir las cirugías. Algunas de ellas ya brindan un seguro para procedimientos quirúrgicos para la extirpación de ovarios y trompas de Falopio, del útero, de los testículos, y la extracción de los ovarios.

El apoyo gubernamental también está impulsando el mercado. En EEUU, alrededor de 152.000 personas transgénero están inscritas en Medicaid, según GVT. De ellas, 69.000 tienen acceso a la cobertura de atención de afirmación de género.

El peligro de la disforia de género

Según The Economist, la disforia de género es un trastorno cada vez más común entre los jóvenes. Los inhibidores hormonales se suelen administrar a menores de 9 a 14 años con el fin de frenar la aparición de sus rasgos físicos biológicos y hacer menos complicado desde un punto de vista médico el posterior cambio de sexo.

Algunos estudios muestran que los problemas de identidad sexual en esa etapa son temporales. El 85% de los menores en edad diagnosticados con disforia de género que no han recibido tratamiento superan el trastorno gracias a terapia psicológica y desarrollan con normalidad su vida adulta como personas de su sexo biológico.

Paul Hruz, endocrinólogo de la Universidad de Washington, explica que prescribir fármacos inhibidores puede ser contraproducente porque se interrumpe la activación de procesos hormonales "determinantes" para el desarrollo natural de la identidad sexual. El doctor señala que faltan las pruebas científicas que permitan diferenciar a quienes realmente sufren disforia de los que padecen crisis de identidad pasajeras. Y que no debe politizar a la comunidad transgénero, porque se podría perjudicar "a quienes supuestamente se pretende ayudar".

El peligro de convertir los derechos trans en uno de los campos de batalla de las guerras culturales es que impide la discusión sobre los peligros de prescribir bloqueadores de la pubertad y hormonas en los niños que sufren disforia de género. Y, por tanto, pueden terminar perjudicando a quienes supuestamente se pretende ayudar.