¿Por qué la viciada causa palestina es tan importante para la extrema izquierda?

Hablan de antisionismo, pero es una mera coartada del fanatismo antijudío.

Los reclamos antiisraelíes de los palestinos, aunque profundamente errados, se han convertido en una parte central de la ideología de la extrema izquierda, especialmente entre quienes se adhieren a la llamada interseccionalidad.

¿Por qué se presta tanta atención a la palestina, cuando hay causas mucho más acuciantes en todo el mundo, como la de los kurdos, la de los uigures y las de otros pueblos oprimidos que carecen de un Estado propio? Hay más manifestaciones en los campus universitarios contra Israel que contra Rusia, China, Bielorrusia o Irán. ¿Por qué? La respuesta tiene poco que ver con los palestinos y todo con Israel como Estado-nación del pueblo judío. Estamos ante una manifestación política del antisemitismo internacional. Sucede que la nación acusada de oprimir a los palestinos es Israel.

Esto no quiere decir que esté mal apoyar la causa palestina. Sino que está mal –y es una muestra de intolerancia– dar prioridad a esa causa profundamente viciada frente a otras que merecen la misma atención o más. La extrema izquierda no sólo da prioridad a los palestinos, sino que ignora en gran medida otras causas sólo porque en la cuestión palestina Israel está en el otro bando. Tan simple como eso. Tiene poco que ver con la virtud y todo con el antisemitismo. Hablan de antisionismo, pero es una mera coartada del fanatismo antijudío.

Un ejemplo reciente lo tenemos en decisión de la marca de helados Ben & Jerry's de boicotear determinadas partes de Israel mientras sigue vendiendo a países en los que se producen abusos mucho mayores. Cuando se les preguntó por qué Ben & Jerry's limitaba su boicot a Israel, sus fundadores admitieron que no tenían ni idea. Pues yo sí tengo una idea. En el caso de Ben & Jerry's, sus ignorantes fundadores son simplemente tontos útiles, que siguen sin rechistar a la legión de antisemitas de ultraizquierda

¿Quién lidera las hordas de fanáticos antisemitas? Pues el movimiento de boicot al Estado-nación de Israel conocido como BDS, creado por un radical palestino llamado Omar Barguti que no oculta que su objetivo es la destrucción de Israel y su sustitución por un Estado palestino "desde el Río hasta el Mar"; es decir, desde el Jordán hasta el Mediterráneo; es decir, que ocupe todo el Israel actual. Barguti y otros gerifaltes del BDS quieren ver toda esa zona Judenrein, es decir, limpiada étnicamente de los más de 7 millones de judíos que ahora supuestamente ocupan tierras musulmanas y árabes. Entre esos supuestos ocupantes hay judíos negros y morenos; europeos, asiáticos, africanos y americanos; muchos son descendientes de gente que ha vivido allí desde antes de que surgiera el islam, y ciertamente antes de que muchos de los actuales palestinos se trasladaran allí desde Egipto, Siria, el Líbano, el Golfo Pérsico y el norte de África. Los judíos son tan autóctonos de Israel como lo son de Estados Unidos los descendientes de inmigrantes.

Hay más manifestaciones en los campus universitarios contra Israel que contra Rusia, China, Bielorrusia o Irán. ¿Por qué? La respuesta tiene poco que ver con los palestinos y todo con Israel como Estado-nación del pueblo judío. Estamos ante una manifestación política del antisemitismo internacional. Sucede que la nación acusada de oprimir a los palestinos es Israel.

​​¿Merecen los palestinos un Estado? Sí, pero no más que los kurdos y otros pueblos sin Estado. ¿Por qué no más? Porque a los palestinos se les ha ofrecido la estadidad en numerosas ocasiones y la han rechazado. Como dijo antológicamente el líder del pueblo palestino cuando se propuso por primera vez la solución de los dos Estados, a finales de la década de 1930: queremos que no haya un Estado judío más de lo que queremos que haya un Estado palestino.

Ese líder, Mohamed Amín al Huseini, se alió a sí mismo y alió a su pueblo con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Huseini pasó los años de la guerra en Berlín junto a Hitler, planeando aplicar la solución final a los judíos de lo que ahora es Israel. Declarado criminal de guerra nazi, su foto se veía en multitud de hogares árabes palestinos y se le consideraba un héroe y un líder.

Pese a estar en el bando perdedor de la guerra, a los palestinos se les ofreció erigir un Estado sobre la gran mayoría de las tierras cultivables del territorio, en el marco de la solución de dos Estados propuesta por las Naciones Unidas. A los judíos se les ofreció un Estado con muchas menos tierras cultivables. En la zona propuesta para el Estado judío los judíos constituían una mayoría sustancial de la población. Los judíos aceptaron la solución de compromiso de los dos Estados. Los árabes la rechazaron y entraron en guerra contra el nuevo Estado judío para destruirlo. Fue ese acto de agresión militar ilegal lo que dio lugar a la cuestión de los refugiados palestinos; a lo que ellos denominan la Nakba ("catástrofe"). Pero fue una catástrofe autoinducida. Y muchos palestinos actuales culpan a sus predecesores por no aceptar la solución de dos Estados ofrecida por las Naciones Unidas hace 75 años, como varios me han dicho.

En lugar de intentar negociar un Estado, los dirigentes palestinos, bajo el mando de Yaser Arafat, optaron por el terrorismo contra objetivos civiles israelíes e internacionales. Los palestinos podrían haber obtenido un Estado en 1948, 1967, 2000-2001, 2005 y 2008. Aun así, prefirieron que no hubiera un Estado judío antes que disponer de un Estado palestino que viviera en paz con Israel. Podrían tener un Estado ahora, si negociaran un compromiso en lugar de fomentar el terrorismo.

Me pregunto cuántos de los que se manifiestan contra Israel saben algo de esta historia. ¿O también son meros tontos útiles para quienes conocen la Historia pero quieren deshacerla porque dio lugar a un Estado nacional para el pueblo judío? Realmente no importa. La conclusión es que la oposición irracional de la extrema izquierda a Israel es una manifestación moderna del fanatismo más antiguo y duradero.

© Gatestone Institute