LA AMENAZA CHINA

La región nunca había estado en manos de "semejante amalgama de izquierdistas y líderes populistas antiestadounidenses".

China está reforzando su implicación en América Latina y el Caribe, como ya dejó claro el año pasado su viceministro de Asuntos Exteriores, Ma Zhaoxu, en una cumbre en la que participaron el gigante asiático y varios Estados latinoamericanos y caribeños.

La cumbre dio lugar a un plan de acción conjunto que no sólo reforzará la cooperación económica entre sus protagonistas en diversos ámbitos, como la agricultura, la alimentación, la ciencia, la tecnología, la industria, las infraestructuras, la aviación, la energía y el turismo, sino que expandirá la influencia china en la región a través de la cooperación en educación, investigación y deportes. En dicho documento se hablaba directamente, por ejemplo, de que los miembros latinoamericanos y caribeños del foro apoyaban al régimen chino en "la organización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de Pekín 2022", que tuvieron lugar el pasado marzo.

Según ese plan conjunto, y como parte de su empeño por convertirse en el referente tecnológico mundial, en los próximos dos años, de aquí a 2024, Pekín prevé proporcionar a sus socios regionales 5.000 becas estatales y 3.000 plazas de formación en educación e investigación en la propia China.

La cooperación se extiende también al espacio, así como a la energía y la tecnología nucleares. Asimismo, se quiere reforzar la cooperación en telecomunicaciones 5G e inteligencia artificial.

Los Institutos Confucio, factores de influencia china en todo el mundo "supervisados concienzudamente" por el Departamento de Trabajo del Frente Unido del Partido Comunista Chino, según al Australian Strategic Policy Institute, son igualmente parte sustancial del plan de acción conjunto, que establece como una de sus ambiciones la apertura de más sedes confucianas en América Latina.

Actualmente hay unos 45 Institutos Confucio en América Latina y el Caribe, y el potencial de expansión es enorme. Según Parsifal D'Sola, director del Centro de Investigación China-América Latina de la Fundación Andrés Bello, la expansión de los Confucio en la región hará que la investigación académica que se centre más en las preocupaciones de China y menos en los temas sensibles para Pekín. "Si bien hay cada vez más profesores latinoamericanos en investigaciones financiadas por entidades estatales chinas, veremos menos críticas en el seno de las universidades, lo que favorece la imagen internacional de China", afirmó D'Sola en abril.

Resulta significativo que el plan de acción conjunto mencione la creación de redes de ciudades y provincias hermanas. Según China's Influence & American Interest ("Influencia china e intereses americanos"), un informe de 2018 del Grupo de Trabajo sobre Actividades de Influencia China en Estados Unidos publicado por la Hoover Institution,

China busca el establecimiento de relaciones entre ciudades hermanas por medio de una organización denominada Asociación del Pueblo Chino para la Amistad con los Países Extranjeros (...) que tiene como objetivo fortalecer el régimen del Partido Comunista Chino y aumentar la influencia de China en el extranjero. Bajo la Administración del líder del Partido Comunista Xi Jinping, la asociación ha cobrado nuevos bríos, mientras China trata de atraer a líderes empresariales, políticos y mediáticos en países de todo el mundo.

En esa misma línea, el plan de acción China-América Latina tratará de "reforzar los intercambios entre entidades implicadas en la amistad entre los pueblos, y seguir celebrando el Foro de Amistad entre los Pueblos de China y América Latina". Tales actividades, aparentemente beneméritas, son, sin embargo, un medio poco benigno de influencia encubierta. Según la profesora Anne-Marie Brady,

en política exterior, la Administración de Xi ha revivido las políticas tradicionales del PCCh de utilizar las relaciones entre los pueblos (...) para cooptar a extranjeros a fin de que apoyen y promuevan los objetivos de China.

Una de las formas de hacerlo, según Brady, consiste en

utilizar las relaciones entre ciudades hermanas para expandir la agenda económica china al margen de la política exterior de un país determinado. Una organización pantalla del PCCh, la Asociación del Pueblo Chino para la Amistad con los Países Extranjeros, está a cargo de esta actividad.

En julio, el Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad de Estados Unidos advirtió explícitamente sobre las operaciones encubiertas de influencia de dicha asociación en Estados Unidos: "Pueden ser engañosas y coercitivas, con oportunidades de negocio aparentemente beneficiosas o intercambios entre personas que a veces ocultan agendas políticas de la RPC".

China ya ejerce una influencia considerable en América Latina, como se describe aquí, pero el nuevo plan de acción promete llevar dicho influjo a nuevos niveles y muestra hasta qué punto China pretende apoderarse de América Latina y el Caribe.

"Los chinos no dicen: 'Queremos apoderarnos de América Latina'", explicó Evan Ellis, profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, "pero establecen claramente una estrategia de implicación multidimensional que, si tiene éxito, ampliaría significativamente su influencia y provocaría a EEUU graves quebraderos de cabeza en materia de inteligencia".

Por otro lado, en América Latina se está registrando un aumento de las victorias electorales de la izquierda, siendo Brasil el último país que ha votado a un líder socialista, lo que impulsa aún más la influencia de China en la región. En diciembre, Nicaragua rompió sus relaciones con Taiwán. Según Ellis, nunca ha habido una América Latina "tan dominada por semejante amalgama de izquierdistas y líderes populistas antiestadounidenses". "En toda la región, los Gobiernos de izquierda estarán especialmente dispuestos a trabajar con los chinos en contratos intergubernamentales", añadió; y posiblemente buscarán "colaboración en materia de seguridad y tecnología".

El comercio de China con América Latina alcanzó los 450.000 millones de dólares el año pasado, frente a los 180.000 de 2010. El Foro Económico Mundial ha calculado que superará los 700.000 en 2035, más del doble que en 2000.

De manera crucial, 21 de los 33 países de América Latina y el Caribe se han unido a la Nueva Ruta de la Seda, el gigantesco proyecto global chino de infraestructuras lanzado en 2013 para tejer una red que conecte Asia con Europa, África y más allá. La NRS pretende aumentar drásticamente la influencia global de Pekín haciendo que los distintos países del mundo sean cada vez más dependientes de China.

Como señalaba hace poco un titular, América Latina se está convirtiendo rápidamente en " el patio trasero de China".

© Gatestone Institute